Se trata de una enfermedad a veces silenciosa, a veces aguda, que se
caracteriza por perdida de campo visual, atrofia óptica y tensión
ocular elevada.
SINTOMAS:
En la forma crónica el paciente no se da cuenta de nada, no le duele
nada, ve relativamente bien, pero su campo de visión se va estrechando
tan lentamente que al final acaba prácticamente sin nada de visión.
La forma aguda es alarmante y se manifiesta por pérdida brusca de la
visión junto a un dolor intenso, "de clavo" en el globo ocular.
TRATAMIENTO:
Su tratamiento es quirúrgico, o bien con láser YAG. (el realizar una
iridotomía, cosa que también suele hacerse a modo preventivo cuando
observamos a un paciente con una cámara estrecha y ángulo cerrado).
La forma crónica se trata bien con fármacos, o bien mediante cirugía
(trabeculectomía) o láser (trabeculoplastia). Para su diagnóstico no
basta solo con tomar la tensión ocular, hay que realizar un examen del
fondo de ojo y una campimetría.
RECOMENDACIÓN:
Todos los familiares directos de glaucomatosos deberían realizarse de
modo rutinario al menos una revisión oftalmológica cada 4-5 año |