* Mucho se ha dicho y escrito sobre los perjuicios que para la visión
se producen con el uso continuado de las computadoras, así como sobre
sus posibles soluciones. Primero surgió la idea de que era necesario
protegerse de las radiaciones que provenían de la pantalla. Y si bien
es cierto que de la pantalla de un monitor se desprenden determinadas
radiaciones, no es menos cierto que éstas se producen a una distancia
de la pantalla de escasos milímetros, por lo que se puede afirmar que
una persona recibe más radiación al asomarse a la puerta de su casa que
tras permanecer durante varias horas ante la pantalla de un ordenador.
Aclarado este punto, pasemos al siguiente. También se le achaca al uso
masivo de la computadora la aparición de distintos problemas oculares,
como irritaciones, sequedad ocular o bien pequeños astigmatismos o
hipermetropías que no existían con anterioridad, e incluso problemas de
convergencia tampoco detectados anteriormente. Lo cierto es que el uso
de computadoras no es el responsable directo de estos problemas, aunque
si la principal causa de su puesta de manifiesto. Me explico: Los ojos
del ser humano "están hechos para ver de lejos". Un ojo normal no
necesita hacer ningún esfuerzo para ver de lejos, pero para ver de
cerca precisa "enfocar", lo que supone un esfuerzo de los músculos
ciliares que aumentan el grosor del cristalino (lente biconvexa que
está en el interior del ojo) para adecuar su potencia a la nueva
distancia de enfoque (ésto se denomina Acomodación) Además, se hace
preciso que los ojos (que al mirar de lejos están paralelos) converjan
sobre el punto que queremos enfocar, lo que evidentemente supone un
nuevo esfuerzo. Y ambos esfuerzos (acomodación y convergencia) están
relacionados. Existe una sinergia acomodación-convergencia. Es decir,
cuando se empieza a converger se desata un ligero reflejo acomodativo,
y a la inversa, cuando se empieza a acomodar se dispara un reflejo de
convergencia. Y por si fuera poco, ambos reflejos también comienzan a
funcionar cuando la visión se realiza hacia abajo. O sea que para
nuestro organismo es más fácil y menos costoso leer algo por debajo del
nivel de los ojos que por encima del mismo. ¿Qué sucede entonces? Pues
que el uso de computadoras durante bastantes horas al día supone un
esfuerzo considerable y poco habitual para nuestro sistema visual, lo
cual hace que se pongan de manifiesto problemas, que aún latentes con
anterioridad no salían anteriormente a relucir por la ausencia de un
esfuerzo de ese tipo. Dándose, también, la circunstancia de que es
preciso enfocar a distintas distancias: monitor, teclado, impresora,
etc., lo cual hace que acomodación y convergencia estén en contínuo
trabajo. Además, se dan varios factores que pueden agudizar estos
problemas: La calidad de los monitores (a peor resolución, más esfuerzo
y más problemas); la existencia de electricidad estática en las
cercanías de la pantalla, lo que hace que el polvo de la habitación se
concentre en esa zona y afecte a los ojos; la mala colocación del
equipo en la habitación, que puede producir reflejos y contrastes
francamente estresantes para el sistema visual; e incluso una mala
colocación del propio usuario, lo que repercutirá sin duda en la
aparición de distintos tipos de molestias. Entonces, ¿tiramos las
computadoras? No hace falta, lo único necesario es usar la lógica y
facilitar la tarea de nuestros ojos y sistema visual. El equipo deberá
estar correctamente situado, evitando luces directas sobre la pantalla
o contrastes excesivos tras la misma
* La habitación no debe perder demasiado grado de humedad, cosa muy
frecuente con el uso de climatizadores. Esto es particularmente
importante para usuarios de lentes de contacto, pues al estar usando la
visión cercana, la frecuencia de parpadeo disminuye, por lo que la
renovación lagrimal, tan importante para la respiración corneal,
disminuye significativamente, lo que unido a una atmósfera excesivamene
seca produce irritaciones y sequedades oculares
* El monitor debe estar por debajo de la línea de los ojos, y a una distancia de unos 50 cm aproximadamente
* Es fundamental el uso de un buen monitor, con una buena resolución.
Pero además hay que configurarlo de manera adecuada. Buscando la mayor
sensación de comodidad posible, tanto en lo que se refiere a brillo,
contraste, etc. como a la propia configuración gráfica del sistema. No
busquemos lo más bonito sino lo más cómodo. Es frecuente ver fondos
espectaculares que dificultan la lectura, o combinaciones de colores
muy bonitas, pero que al intentar leer sobre éllas te producen casi un
desmayo
* El uso de filtros para pantallas es muy interesante. Por un lado
mejoran el contraste y la comodidad, aunque esto se puede suplir con un
buen monitor. Pero por otro lado, la toma de tierra de estos filtros,
hacen descargarse la electricidad estática que produce la pantalla, con
lo cual, la acumulación de polvo en los alrededores del puesto de
trabajo disminuye, con el consecuente alivio para nuestros ojitos,
especialmente para los de los usuarios de lentes de contacto
* Por supuesto, es también decisivo el someterse a un completo examen
visual por un optometrsita profesional, y usar la corrección necesaria
si éllo fuera preciso
* Si vamos a estar mucho tiempo seguido, no está demás hacer breves
pausas en nuestro trabajo para así relajar nuestro sistema visual.
Existen multitud de ejercicios para éllo (Ver el manual del teclado
Natural de Microsoft, por ejemplo), aunque lo más sencillo, es
levantarse y darse un ligero paseito por la habitación, o incluso
cerrar los ojos durante algunos momentos
* Existen cristales y plasticos con tratamientos específicos para
trabajar ante computadoras, pero la experiencia me dice que la relación
precio-prestaciones no es excesivamente buena, por lo que yo recomiendo
usar simplemente lentes Antirreflejantes o bien
Fotocromáticas-Antirrefejantes a aquellos que precisen algún tipo de
corrección visual, no siendo demasiado partidario del uso de lentes por
aquellos que no precisan corrección
En resumidas cuentas, hagamos de las computadoras lo que realmente son:
herramientas poderosas que deben facilitarnos nuestro trabajo, vida
cotidiana o incluso ocio, pero ni nos hagamos esclavos de éllos, ni
paguemos cualquier precio por sus prestaciones, y mucho menos si ese
precio es en salud, porque, entre otras cosas, no es necesario. |